miércoles, 24 de abril de 2013

Blanco y Negro

Cuando arranqué mi carrera periodística, combinada mi chamba con los estudios de periodismo y cometí muchos errores que ahora me avergüenzan.

En una ocasión mi director me mando a una terminal de autobuses, pero no entendí a lo que iba. Como pasaba el tiempo y yo no me reportaba, me habló mi director.

Así que me localizó y me preguntó si la huelga era legal o ilegal.  Y yo, con todo el candor del mundo le pregunté: ¿apoco hay huelga?

Me hizo regresar de inmediato, me tomó de una oreja y me dijo: “tú no tienes vocación para el periodismo. Mejor consíguete otra chamba”. Me perdonó y seguí “trabajando”.

En otra ocasión, me mandó a cubrir una reunión regional de las Cámaras de Comercio. El gerente me informó que los que iban de Obregón, se habían matado en un accidente.

Así que me regresé a la oficina y el director me preguntó el resultado de la reunión. Inocentemente le informé lo que había ocurrido con los dirigentes de la Canaco sonorense.

Me preguntó que si traía la nota y yo le contesté que qué caso tenía, si ya estaban muertos. Otro jalón de orejas y otro perdón por la tarde.

Con el rostro enrojecido del coraje, mi director, don Gustavo de Cañedo, me dijo, colérico: “esa es la nota, Raúl”.

Confieso, finalmente, que el director debe haberme corrido, cesado y sacado a la calle de una oreja, por lo menos unas 30 veces. Pero, más o menos aprendí a escribir.

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