Lo más sagrado que tiene un pueblo, son sus niños. Recientemente y como
cada año, los niños- diputados pusieron el ejemplo.
Desde tribuna expusieron con toda
claridad, durante el parlamento infantil, los problemas que enfrentan sus
comunidades.
Los niños-diputados observan y denuncian. Exigen soluciones.
La más grata sorpresa de mi vida
fue reencontrarme con Karla Johanna, guardiana de las escuelas públicas de BCS.
La oímos relatar su experiencia con quienes practican alguna mala
conducta.
“Los agarro de las orejas y los
llevo a la dirección. Me dijeron que ya no llevara a tantos. Que ya no cabían”.
¿Imagina el lector el grado de responsabilidad de una niña de segundo
año, cumpliendo una tarea tan gigantesca?
Mi admiración y mi respeto para
todos los niños del mundo. Pero en especial para Johanna y los diputados
infantiles.
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