Un niño patalea para conseguir su propósito; una niña lo alcanza con
besos y abrazos.
Un niño patea a sus padres. Una
niña los abraza y consigue lo que quiere a punta de frases dulces.
Los niños son la alegría del mundo, la bendición de Dios, el amor sin límites.
Los niños y las niñas tienen una ocupación
primaria: jugar, siempre jugar.
Un niño puede imaginar sin límites; una niña no conoce los límites
entre la realidad y la ilusión.
Uno sonrisa resplandeciente en el
rostro del niño cura todo cansancio y toda enfermedad.
El abrazo de los hijos es el calor, es el amor, es la ternura, todo envuelto
en una cálida sonrisa.
Hay mucho más que decir de los
niños y las niñas. Por ahora, que sean inmensamente felices en su día.
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