domingo, 13 de octubre de 2013

Centenario de la muerte de Belisario Domínguez

En este 2013 se cumplen cien años del infame asesinato de Belisario Domínguez. Desearíamos no tener que conmemorar fechas fúnebres; sin embargo, la historia nos traza sus propios parámetros para juzgar los momentos que marcan el destino de los pueblos, tal es el caso del infausto acontecimiento que recordamos en honor al eminente chiapaneco.

El desarrollo de los acontecimientos provocados por el inicio de la Revolución Mexicana fue trazando una ruta que con voluntad infranqueable siguió Francisco I. Madero. Alentar la conciencia nacional para poner fin a una dictadura de 30 años fue la prioridad. Cumplida esta etapa el Presidente Madero intentó conducir a la nación por la ruta de la conciliación y la democracia. No fue posible, los arteros instrumentos de la dictadura prevalecían en los mandos militares y la conciencia nacional que despertó al llamado de Madero, ahora aparecía adormilada o renuente ante la digna postura del Presidente. Conocemos el epílogo de esta trayectoria que desembocó en su muerte y la de Pino Suárez.

El retoño de la dictadura aparecía en la figura de Victoriano Huerta como un salvaje instrumento de represión y un retorno a la paz porfiriana de los sepulcros. La marcha del usurpador se fue sembrando de cruces; muchos fueron los sacrificados y la nación se envolvía en una espesa niebla de crimen y represión. La flama que encendía en el norte Venustiano Carranza no aseguraba, en un principio, que la nueva dictadura fuera breve. Es en ese ambiente de incertidumbre y desesperación donde aparece la insigne figura de Belisario Domínguez, quien habiendo asumido la titularidad de la senaduría por su entidad, daba muestras de un valor cívico que superaba, con mucho, lo que se podía exigir de una ciudadanía responsable. 

El 23 de septiembre de 1913, Belisario Domínguez pretende hacer una intervención ante el Senado de la República en contra de Victoriano Huerta y, ante la imposibilidad de hacerla en tribuna, la manda imprimir para ponerla del conocimiento de la opinión pública. Nadie se hubiera atrevido como él a señalar lo siguiente: Penetrar en nosotros mismos, señores, y resolver esta pregunta: ¿qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?


La valiente posición de Belisario Domínguez tendría respuesta en las manos de los esbirros de Victoriano Huerta y su indignante asesinato ocurriría el 7 de octubre de 1913. Fecha en la que se cegaba una vida ilustre y se abría una herida en el cuerpo de la nación, pero fecha, también, en que los mexicanos de ayer y de ahora encontrarían la ocasión para conmemorar los altos valores de la dignidad y el patriotismo.

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