
Un día se me antojó
carne de venado, que mi abuela siempre tenía en casa y se la pedí a mi prima. “Me
mata mi abuela si me descubre”, me dijo.
“Mi abuela te va a matar cuando le diga que te
vi besándote con tu novio”, le conteste, y conseguí mi propósito.
El “negocito” me duró
dos años, cuando mi prima se casó con su novio. Por eso digo, naturalmente en
broma, que a esa edad empecé mi carrera.
Cuando llegué a La Paz, entre 70 y 71, el
administrador de la aduana era Jesús Castro Carrillo, hijo del profesor Jesús
Castro Agúndez.
Un día, llegó don
Jesús, que era senador, de la capital del país. Yo estaba con Jesús junior.
“Qué te cuenta el aguacatito” me preguntó don
Jesús. Aguacatito – me dijo- porque está muy verde y tiene un hueso muy grande.
Entonces Jesús hijo me
“explicó” que su padre era senador por un error de oídas del presidente
Echeverría. Que como él era administrador, su padre quería ser celador.
Si algún día mi animo a publicar el libro
Política y Humor, incluiré este capitulo que habla de una relación amistosa
entre padre e hijo.
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