Ese día se la aplaude, se le apapacha, se le aprecia y se le agradece.
El resto del año son críticas,
corajes, frases quejumbrosas.
Los otros días, para los alcaldes, son de angustia, no hay dinero para
la nómina, el líder sindical se pone terco, etc.
Pero el día del informe los alcaldes
creen que pueden aspirar a espacios mayores. Y más, a medida que se acercan los
tiempos.
Las angustias de los alcaldes empiezan desde antes de ser postulados.
Hay que juntar dinero para la
campaña, hay que contratar gente para los trabajos previos, pensar en los
mejores.
Cuando llegan al poder, las angustias aumentan. Hay que cuidarse de los
enemigos y empezar a labrar el futuro inmediato.
Esa es la vida de los alcaldes.
Angustias, más angustias y agonía política.
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