Los políticos locales, aspirantes
a la gubernatura, han empeñado su palabra de que respetarán a los adversarios.
En tiempos pasados, bastaba empeñar la palabra para que se creyeran
unos a otros; ahora, las cosas son muy distintas.
Ni el monte de piedad respetaría
hoy la palabra de un político. Por fortuna, en Baja California Sur todavía existen
políticos de palabra.
En los tiempos de nuestros abuelos, la única palabra que valía, entre
las mujeres, era la del matriarcado.
Las matriarcas eran jefas de
familias numerosas, generalmente pudientes, que servían de ejemplo a los
varones.
En los tiempos modernos se respeta más una letra de cambio o un cheque postfechado,
que la palabra.
Lo digo y lo sostengo: por
fortuna, en estos tiempos modernos, todavía hay, entre los políticos, que
cumplen su palabra.
Entre los políticos, aún existen políticos jóvenes, pero que saben
cumplir su palabra.
Ojalá así continúen y que nunca los contamine la
mentira y la falsedad.
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