Como el lector sabe, los aspirantes son unos, muy diferentes cuando
concluyen los trabajos pre-electorales.
Hombres y mujeres se transforman
en los trabajos previos a una campaña y cuando ganan, se convierten en otro ser
humano. Por cierto, menos humano.
Si es varón, besará a todas las viejecitas, abrazará a todos los niños
y se mostrará tierno, cariñoso, amable, como nunca en su vida.
Si es mujer, hablará sobre los
derechos humanos de las féminas, de la equidad de género y de la participación
de la mujer en la política.
Si el hombre pierde la elección, vuelve a su estado natural: hosco,
hostil, desatento, majadero y otras chuladas.
Si gana, también volverá a su
estado natural y nunca más volverá a los pueblos, fingirá no reconocer a nadie
y no responderá a las llamadas telefónicas.
Si una mujer gana la elección, su cambio no será tan radical pero, con el
pretexto del trabajo, no será ni tan atenta ni tan amable como en campaña.
Así es la vida. Así es la política,
así son los políticos y las políticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario