“Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a tus cristales,
jugando, llamarán”, decía Becquer en su famoso poema.
Lo decimos, porque algunos ex priistas, que habían abandonado al
partido, regresan sus nidos a colgar.
Eso de que van y vienen, como decía
Arturo de Córdoba, no tiene la menor importancia.
Lo que pasa es que las convicciones, como las golondrinas, van y
vienen. Lo que sucede es que hay varias clases de golondrinas. Unas valiosas,
otras no tanto.
Los que se fueron del PRI, lo
dijeron en su momento “nuestros hijos tienen que sobrevivir”, como dijo alguna
vez uno de los primeros priistas renegados, José Gajón de la Toba.
El tema tiene relación con el regreso del diputado Carlos Castro, de
Los Cabos, que ayer fue aceptado en el tricolor.
Conozco a Carlos y sé que será
una buena re-afiliación. Lo que hay que esperar ahora es con qué se le
recompensará.
Los que regresan lo hacen, ahora como entonces, convencidos de que pueden
servir mejor a su pueblo. Si, pues.
Cuando a Omar Zavala le preguntan
si quiere La Paz, pone los ojos en blanco, se cruza el pecho en señal de
oración y responde: “quiero la paz, la tranquilidad y el bienestar de mi
pueblo”.
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