lunes, 2 de diciembre de 2013

Blanco y Negro

 Si se fija, los carnavales siempre coinciden con la política. Pero, definitivamente, es más divertida la política que el carnaval.

Como en el carnaval, los políticos usan mascaritas y disfraces, fingiendo lo que no son y pretendiendo “servir” a la sociedad.

En algunos casos, el carnaval resulta más serio que la política. Coinciden, sin embargo, en las comparsas.

Los políticos se disfrazan de simpáticos, agradables, buena-gente y, en algunos casos, terminan decepcionando a la gente.

En los carnavales hay gente bonita, mucha alegría, rey feo y reina de la alegría. En la política también.

El carnaval es para divertir a la gente. La política es para engañar a la gente. En el carnaval se toma vino o cerveza. En la política, ni vino.

El carnaval es cada año. La política es siempre. El carnaval es alegre; la política es triste, salada, más que el chamoy.

Otro parecido entre el carnaval y la política, es el mal olor. Algunos políticos huelen mal.


En la política, como en el carnaval, se estafa al pueblo. Se le engaña, se le miente, se lo friegan.

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