Como en el carnaval, los políticos usan mascaritas y disfraces, fingiendo
lo que no son y pretendiendo “servir” a la sociedad.
En algunos casos, el carnaval
resulta más serio que la política. Coinciden, sin embargo, en las comparsas.
Los políticos se disfrazan de simpáticos, agradables, buena-gente y, en
algunos casos, terminan decepcionando a la gente.
En los carnavales hay gente
bonita, mucha alegría, rey feo y reina de la alegría. En la política también.
El carnaval es para divertir a la gente. La política es para engañar a
la gente. En el carnaval se toma vino o cerveza. En la política, ni vino.
El carnaval es cada año. La política
es siempre. El carnaval es alegre; la política es triste, salada, más que el
chamoy.
Otro parecido entre el carnaval y la política, es el mal olor. Algunos políticos
huelen mal.
En la política, como en el carnaval,
se estafa al pueblo. Se le engaña, se le miente, se lo friegan.
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