En 1953 el Senado de la República siendo
Presidente Adolfo Ruiz Cortines decide establecer la Medalla de honor Belisario
Domínguez para premiar a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan
distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de
nuestra patria o de la humanidad. Desde esa fecha el Senado de la República ha
cumplido con el cívico mandato reconociendo a eminentes mexicanos que se han
destacado en los campos del civismo, la ciencia y la cultura. Al conmemorarse
cien años de la desaparición física de Belisario Domínguez es importante
resaltar algunas de las figuras que han sido merecedoras del reconocimiento.
Ante la imposibilidad de hacer honor en este artículo a los méritos de todos aquellos que han recibido la importante presea, hemos decidido hacer una breve mención de tres de ellos que, de alguna manera, podemos asociar con la figura de Belisario Domínguez. Francisco L. Urquizo, Ignacio Chávez y Jaime Sabines, representan una muestra del acierto en el otorgamiento de la reconocida medalla.
El General Francisco L. Urquizo fue partidario de
Madero y, a su muerte, se unió a las fuerzas de Venustiano Carranza y formó
parte importante del Ejército Constitucionalista. Su afiliación al maderismo y
a la búsqueda de hacer justicia y restablecer el orden constitucional, roto por
Victoriano Huerta, lo hacen figurar en la misma causa que sostuvo Belisario
Domínguez. Uno en el campo de las armas y otro en el de civismo legislativo. De
la larga trayectoria del General Urquizo se puede mencionar que ocupó dos veces
la máxima responsabilidad en la jerarquía militar. Fue Secretario de Guerra con
Venustiano Carranza y Secretario de la Defensa Nacional con Manuel Ávila
Camacho, correspondiéndole en esta última responsabilidad la creación del
servicio militar y la preparación y envío del famoso escuadrón 201 con el que
México participó en el escenario del pacífico en la Segunda Guerra Mundial.
Los méritos de nuestro personaje no se agotan con
su carrera militar; también destacó en las letras y es de su autoría la famosa
novela Tropa Vieja, la cual ha sido calificada por Salvador Novo como la mejor
novela de la Revolución Mexicana. Sus relatos novelados sobre la decena trágica
y la revolución post maderista, forman un cuadro histórico de primer orden para
entender el drama de ese tiempo; de alguna forma, reflejan el ambiente que
vivió en su conciencia Belisario Domínguez.
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