Desde hace algunos años, la Secretaría de Educación
Pública ha estado en manos de personas que no llenan el perfil educativo y que
más bien son políticos. Y malos políticos.
Desde los tiempos de
Leonel la SEP fue puesta en manos de profesores, ciertamente, pero sin el
perfil para el cargo.
Mejor dicho, se aprovechó esa dependencia para
hacer política. Y no política de altura, por cierto.
Un ejemplo palpable
fue el de Víctor Castro, que desde la SEP se perfiló para la alcaldía de La Paz.
Fue, por cierto, muy mal presidente municipal.
Omar Castro, tampoco fue el idóneo en el cargo,
junto con otros funcionarios perredistas, de triste memoria.
Sinceramente creo que
el gobernador, Marcos Covarrubias, perdió una gran oportunidad para quedar bien
con la sociedad, cuando renunció el último titular de la SEP.
Y se decidió por Héctor Jiménez Márquez, más político
que profesor. Es más: es un guerrillero de la política panista.
Es decir, tampoco
llena el perfil de un verdadero maestro, con vocación, con amor por el estudio
y por la cultura.
Jiménez Márquez tiene, como único mérito para
ese cargo, el pertenecer al partido que actualmente gobierna. Y eso es todo.
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