lunes, 9 de abril de 2012

Blanco y Negro

He rebautizado a mi nieto Carlos Andrés, hijo de mi hija Tania, como “Uzcanguita”, en honor del gran invasor del sur, César Uzcanga.

Me explico. Primero me invadió el comedor. Puso su silla para compartir con su abuelo a la hora de la comida.

Mi antigua oficina es ahora salón de juegos de Carlitos. Hay un carro, en el que lo llevan al parque, un caballo y un juego multicolor, musical.

Mi alacena, es donde antes había agua y leche, ahora esta llena de paletas payaso, galletas arcoíris y mamuts.

El refrigerador ahora contiene danoninos, lechitas Hershey´s, Yakult´s y otros alimentos infantiles.

Sobre mi mini componente, fotos variadas, uno que otro carrito en miniatura y un disco con el que baila, como lo enseño su mamá, con mi bastón y mi sombrero.

Sobre mi sofá, donde antes reinaba mi guitarra, ahora aparece, en primer plano, su propia guitarrita, aunque prefiere tocar la mía. Y eso que apenas tiene un año seis meses.

La última adquisición es una sillita y una mesita a su medida, que me invadió la sala.

Pero ¿saben qué? Estoy fascinado con la invasión, que seguramente no compartirían los dueños de terrenos invadidos por Uzcanga.

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