jueves, 10 de febrero de 2011

ABCdario

Víctor Octavio García

Futuro gabinete

* Escoria política
* ¿Más de lo mismo?

Hemos dicho que muchas lecturas habrán de sacarse de la elección estatal del domingo pasado. Y una de ellas es que los electores negaron el reciclamiento de políticos que han cobrado fama por corruptos, soberbios, farsantes, autoritarios, abusivos y para variar, chapulines incansables en busca de canonjías y privilegios.

Ese es el genuino significado del golpe que los ciudadanos propinaron a muchos de los candidatos perdedores de partidos que quedaron reducidos a poco menos que nada, y que hasta antes del domingo 6 pensaban ilusamente que los ciudadanos no tienen memoria, que se olvidan fácilmente las tropelías que cometieron cuando tuvieron un cargo público: Pensaron que el pueblo agradecido les daría incondicionalmente el voto y ellos estarían nuevamente en la nómina del gobierno, como si nada hubiera pasado.

Así les pasó a los De la Rosa, a los Guluartes, a los Rodimiros, a Leonel Cota Montaño, a los Lizárraga Peraza, a los Salgado Amador, que si entienden la lección sabrán que fueron echados del presupuesto, y que si tienen vergüenza --algo muy dudoso-- más les vale que no intenten regresar. O peor aún, que insistan para que alguien como muestra de “reconciliación” los entregue algún cargo, como si realmente valieran la pena.

Y mientras análisis y comentarios van y vienen, lo menos que pueden hacer las nuevas autoridades que iniciarán sus mandatos el próximo mes de abril es cerrarles las puertas a este tipo de individuos vividores que desde 1999 han venido traicionando, una y otra vez, a la ciudadanía; se han aprovechado de negociaciones dizque por su “capital político” y por esa razón actuaron neutralizando y postergando un cambio exigido desde hace más de diez años porque coparon a partidos y organizaciones con su manto oscuro y engañoso de opositores y al final vinieron resultando viles esquiroles pagados por el gobierno perredista con dineros de nuestros impuestos. Nada más recuérdese la foto y la sonrisa sarcástica de los “siete fantásticos” --en la terraza del hotel Perla-- a un lado de NAM y de LAD en la antesala de las nominaciones a la gubernatura publicada en los principales diarios de la entidad.

No viene al caso reseñar lo que han hecho porque la mayoría de la gente los identifica muy bien, y sería una bofetada al pueblo verlos incrustados en la nómina del gobierno estatal o municipal, cerrándole el paso a muchos que bien se merecen un espacio en la administración pública porque lucharon por el cambio, otros por que han sido honestos en su desempeño y en estos dos sexenios oprobiosos se les cerraron las puertas por tener la mala suerte de no ser parientes cercanos al poder; o bien centenares de jóvenes profesionales desempleados también por no ser usufructuarios de la cúpula todavía en el poder.

En ese mismo ostracismo se encuentran quienes se sentían mesías y caudillos de una “revolución que nunca fue”; los mismos a quienes el grupo de Los Cabos encabezado por NAM y LAD marginó y corrió del PRD y buscaron refugio en partidos de menor matrícula: Leonel Cota Montaño y Víctor Lizárraga, son los más significativos casos. Ambos, quienes en sus tiempos de oropel injuriaron a la lideresa del SNTE y del Partido Nueva Alianza, profesora Elba Esther Gordillo, hace unos meses fueron a suplicarle la oportunidad para hacerse de candidaturas en ese partido, y para desgracia de esta organización compuesta en su mayoría por trabajadores de la educación, lo lograron, vendiendo la idea a los dirigentes nacionales de que regresarían con las urnas llenas de votos, lo cual fue terriblemente negado por los electores.

A Leonel el electorado de Los Cabos lo mandó al cuarto lugar, con una votación digna de una delegación municipal, donde hasta el defenestrado ex diputado Arturo de la Rosa le ganó, y eso debe refrescarle la memoria al exgobernador de que no es lo mismo tener el poder y el dinero público a sus pies para hacer lo que le dé la gana. Los pocos miles de votos que recibió el 6 de febrero deben indicarle a LCM que sus tiempos ya pasaron, que el pueblo le recuerda por la situación lamentable e injusta en que postró a la entidad ante la corrupción, el nepotismo y la criminalidad; y sobre todo, que si pensaba que el pueblo le debe algo, es a la inversa, pasarán muchos años y no terminará de pagar todo lo que hizo: la confusión, los ataques a su propia familia y grupo político, los bandazos, los berrinches y todo lo que Leonel hizo intentando su regreso a la política lo dibujan de cuerpo entero por su inestabilidad y su ambición. Aún así, en una ruptura anunciada con NAM, Leonel un día amanecía promoviendo el voto a favor de Marcos Covarrubias y otro día a favor de Ricardo Barroso, pero finalmente vino sirviendo a su primo NAM al dividir el voto de los cabeños alzándose Antonio Agúndez con la alcaldía de Los Cabos, el mismo hermano del defenestrado y aún gobernador.

El caso de Víctor Lizárraga también es ejemplar por la caída libre de la política estatal secundando a su patrón LCM. Arrogancia y soberbia en una sola persona que no da para más y que los votos en el cuarto distrito local lo han colocado en el lugar de donde nunca hubiera salido: la ignominia política. Así como su ascenso estuvo signado por su servilismo ante Leonel, así en su caída van de la mano. Luego entonces, el pueblo da, el pueblo quita.

Independientemente de los acuerdos cupulares, de las negociaciones presumibles entre la cúpula panista-calderonista con NAM, para cambiar para que todo siga igual, pese a las “alianzas secretas”, para tapar la corrupción y el desastre en que dejan el gobierno del Estado y los Ayuntamientos, se abren perspectivas con los espacios arrebatados al poder y a la dupla PAN-PRD que nuevamente con alianzas de facto --se presume-- pretenden burlar la voluntad ciudadana, harta de los desmanes y de una clase política corrupta y depredadora. ¡Qué tal!.

Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a abcdario_@hotmail.com

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