Imagino al gobernador de
Guerrero, abrazado a una palmera, evitando que se lo lleve el huracán político que
vive esa entidad.
Mientras el PAN pide la suspensión de poderes, el PRD sugiere que se
retire voluntariamente para permitir una investigación profunda y seria sobre
los acontecimientos.
Y es que no resulta fácil
explicar cómo pueden desaparecen 43 estudiantes de una Normal, sin que haya un
solo responsable.
El vendaval político que vive Guerrero pronto pudiera ocurrir en Oaxaca
y otros estados que viven en intensa violencia.
Pronto veremos a políticos en
campaña, destilando miel y ofreciendo la luna y las estrellas.
Durante las campañas, como ya el lector sabe, los aspirantes asisten a
quinceañeras, apadrinan a niños de secundaria, abrazan a viejitas y besan a las
niñas.
Se pronuncian discursos que
parecen la mera verdad. Se ofrecen cosas imposibles sin rubor alguno.
No falta quienes ofrezcan puentes donde no hay ríos ni arroyos.
En esas épocas, los políticos contestan
sus celulares, buscan a la gente, son dulces y amables… hasta que llegan al
poder. Ahí, se transforman.
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