
La idea es buena pero imposible. Ningún senador ni diputado federal querrá
volver a sus orígenes de los que ya se salvaron.
No soportarían convivir con los
pobres ni una semana, sin sus carros de lujo, sin su celular, sin sus relojes
costosos y otros lujos.
Por si no lo sabe, un senador gana en un mes lo que ningún pobre en un
año.
Son sueldos insultantes para un
país de pobres, pero así de mimados tenemos a los políticos.
Sería muy interesante un experimento de ese tipo que según el
comentarista, ya se realiza en los Estados Unidos.

Imagino a un diputado federal, con su traje carísimo, conviviendo con
etnias de Sonora o de Sinaloa. Imposible.
Es la desventaja de este país: ricos
gobernando a los pobres.
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