
Y es que así son los políticos y así es la política. Se pronuncian
discursos feroces y, finalmente, terminan en un apretón de manos y una
disculpa.
Carlos Mendoza se ha convertido
en el enemigo público número uno de los priistas y del PRI. Qué tardaremos en
verlos conviviendo alegremente.
Los políticos son unos en las precampañas. Son otra cosa en campaña y,
por último, son una cosa muy diferente cuando han concluido las campañas.
La política se justifica
golpeando al enemigo y sonriendo, unos frente a otros, en un círculo vicioso.
Tú me pegas, yo te pego, todos nos pegamos unos a otros, pero al final
de cuentas todos son lo mismo. Unos canijos bien hechos.
Claro que hay de políticos a políticos.
Hay caballeros de la política y damas de la política. Desgraciadamente son una
especie en peligro de extinción.
Ángel César Mendoza, por ejemplo, es un caballero de la política. Jesús
Murillo Aguilar es otro. Alberto y Liceaga, serían otros ejemplos.
Desafortunadamente pocos quedan
ya de esa categoría. Ojalá que las nuevas generaciones de políticos sepan,
aprendan y ejerzan la política-política.
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