lunes, 16 de septiembre de 2013

Blanco y Negro

Decía, recientemente, que agradezco a Dios que me haya dado la oportunidad de celebrar el tercer aniversario de mi nieto Carlos Andrés.

El 11 de septiembre, nuestra familia se congratuló con la llegada de este bello y hermoso niño.

Ha sido maravilloso verlo crecer, vivir intensamente su proceso de crecimiento y cultivar en su corazón el amor a la familia.

Desde sus primeros gateos, sus primeros pasos, sus primeras palabras, hasta el alto grado de conversación que ahora sostiene con sus abuelos y su madre.

Es una muy grata sensación de felicidad verlo sano, verlo feliz, sentir cómo se integra a la familia que tanto lo ama.

Dije el año pasado, cuando cumplió dos años, que Carlos Andrés se convirtió en una de las razones más importantes para vivir.

Lo repito ahora y lo repetiré hasta que Dios me lo permita: es un aliciente para continuar viviendo y, al mismo tiempo, amando a este ser maravilloso.

Gracias, señor, por esta gracia que me has concedido y confío en que sobreviviré hasta que cumpla 4.


A mi hija Tania le agradezco que haya procreado a un niño tan hermoso, tan cariñoso, tan tierno y dulce como Carlos Andrés, mi razón de vivir.

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