Lo leímos en la Internet: “Los políticos y los
pañales se han de cambiar a menudo… y por los mismos motivos”.
Un principio de
Derecho, en México, es: “nadie e
s culpable, hasta que se demuestre lo contrario”.
En el caso de Granier Melo, como en el caso Memo
Mercado: “nadie es inocente, hasta que se demuestre lo contrario”.
Núñez, como Leonel
Cota, primero disparan y luego averiguan. Como que es una táctica perredista-ingativa.
Soy de los pocos que, en el mundo, no pueden
decir “lo vio con muy buenos ojos”.
Lo oí en la radio: “en
política hay candi-gatos, candi-burros y candi-perros”.
En Xalapa, Veracruz, surgió el candi-gato
Morris. Está hermosísimo. Lástima que no pueda ser ni diputado, ni senador. Bueno,
cenador si... de ratones.
El candi-burro es un
candidato que no entiende nada, que no sabe sonreír, que hace puras promesas
falsas, y que, al final, no sirve para nada.
El candi-perro es el que, de plano, nomás va
por el hueso. De esos tenemos miles de ejemplos en México.
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