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Cuando trabajé en
Ensenada (1978), entreviste a muchos rusos asentados en el Valle de Guadalupe.
Ahí conocí a María Rudametkin, la primera rusa
que se casó con un mexicano, vecino de Ensenada.
Como el marido resultó
medio desobligado, al poco tiempo de casados, me contó María, se vistió de
rojo, medias negras, un coqueto sombrero y se posesionó debajo de un farol.
Obviamente, dada la juventud y belleza de
María, varios carros se detuvieron frente a ella para hacerles proposiciones
indecorosas.
Ella les decía a sus
posibles clientes, que estaba esperando a una persona muy especial. Y agradecía,
con una hermosa sonrisa y sus brillantes ojos azules.
No tardó mucho en llegar el marido. Le preguntó
que si qué hacia en ese lugar y a esas horas. Ella respondió con humildad “busco
lo que no me das en mi casa”.
Después de eso, el
marido fue un
modelo de esposo, pues al pobre no le quedó otra opción.
El Delegado del CEN del PRI, Abel Salgado Peña,
ya nos dio la primera prueba de descortesía. Ojalá no siga por ese camino.
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