obsesión: matar un venado.
Que para quedar bien,
sus amigos le compraron uno vivo y se lo amarraron a un mezquite para que le
echara bala hasta matarlo.
Que Jaime era tan salado, tan de mala suerte,
que el primer tiro se lo pegó al mecate y que el venado huyó, despavorido.
De Canuto, su padre,
se decía – y era cierto- que cuando
fue alcalde le dio por derribar los principales monumentos de Los Mochis.
Y que cuando fue al DF – se decía- que se le
hacía agua la boca por derribar el Ángel de la Independencia.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWknDO3o0vMpaeGPDsHmwOaA2qCaVcpql7az9b7wTUVfjIKQxI8dxWH3IbakamZJ2v4trzjWIt5s3BofhrN-vdbBRu7ymEefZ2M1AmGLTSe7ZjAyG1-x7CnlavMfs_RFvjUnF_717Rr7s/s320/017.jpg)
Los Mochis tuvo otro alcalde, Antonio López,
que durante una carrera pedestre, para animar a los deportistas, pronunció una
frase que es histórica.
“Parecen liebres,
caones”, les dijo a los jóvenes que participaban en la competencia deportiva.
La frase perdura desde entonces.
Y es también famosa su frase de un 15 de
septiembre que vitoreó a los tres héroes que nos dieron patria: Miguel, Hidalgo
y Costilla.
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