martes, 14 de mayo de 2013

Blanco y Negro

Es incuestionable que los seres humanos traen la vocación por naturaleza. Pondré, como ejemplo, mi vocación por la radio.

Cuando tenía entre 9 y 10 años “transmitía juegos de beisbol, en una cabina improvisada, entre dos sillas, con una toalla en la parte de arriba.

Mi madre se desesperaba al oírme “narrar” todas las incidencias de un juego. Enfadada, me ordenaba que me callara.

Y en defensa de mi vocación, la “amenazaba” con empatar el juego en la novena entrada. Por lo general, yo ganaba el pleito.

No me explico el origen de la vocación, pues nadie en mi familia ha sido locutor, ni trabajado en una estación de radio.

También sentía vocación por dar noticias internacionales en una estación, también imaginaria, mientras pizcaba algodón.

Entré a una radio de Los Mochis cuando tenía pasaditos los 12 años. Por cierto, decía “suidad” en vez de ciudad, hasta que un locutor profesional me corrigió.

Mas tarde, a los 16 años, trabajaba en una tintorería y para despertar en la madrugada oía un programa de la W. La figura era Carlos Denegri.

Ese señor era un figurón, identificado como “la Voz de América desde México”. Continuaremos mañana.

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