Conversación escuchada durante el
huracán, entre un cabeño y un paceño: ¿y tú? Glu, glu, glu. ¿Cómo estás?
Si don Jesús Castro viviera, hubiera opinado del ciclón: “estuvo suave
el vientecito”.
Don Jesús contaba que a un
comundeño se le había incendiado la casa y que había comentado: “si se asaron
los quesitos, pues”.
Cuando llegué a La Paz, conocí a Enrique Nava Moreno, que en paz
descanse. Me contaba que los sudcalifornianos no desmienten a nadie.
Que un amigo fuereño salió a
buscar liebres al monte y le preguntó a un ranchero si había liebres.
Le contestó: mire, amigo. Por las tardes, nomás coloradean las orejitas
esos animalitos. Entusiasmado, el amigo del rifle recorrió varios kilómetros y
no encontró ninguna liebre.
Un poco molesto, le reclamó al
ranchero. “Oiga, amigo. No hallé ninguna liebre”.
¿Liebre?, le preguntó. Tengo ganas de ver un animalito orejón de esos.
Pero usted me dijo que había
muchas. Pues sí, pero no hay. Ni modo que las invente.
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