Resulta muy difícil producir
frases ingeniosas o de buen humor, cuando le duele a uno el costillar derecho.
Eso de caminar como caballito recién nacido, tembloroso y con las
patitas entrecruzadas, no lo inspira a uno para hacer humorismo.
Por eso, habrán notado, me
aprovecho del ingenio de otros para cumplir la sagrada misión de hacerlos sonreír
todos los días.
Espero su comprensión y el perdón del Filósofo de Güemez.
Por cierto me cuentan que en la
zona Pacífico-norte, los vecinos de esas comunidades se quejaron de que por
culpa de la Ley de Gravedad, el agua no llega a sus pueblos.
Y cuentan también el que el diputado Pancho Pelayo, con el rostro
iluminado, como todo buen panista, se ofreció intervenir en el problema.
Micrófono en mano, el señor se comprometió
que tan pronto regresara al DF, tomaría cartas en el asunto.
Dijo que, desde la tribuna de la Cámara, pediría la abolición de la Ley
de Gravedad.
Los vecinos que lo escuchaban, no
sabían que hacer: soltar el llanto o la carcajada.
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