Hablábamos ayer de la política y
los políticos. Un ranchero sinaloense, don Atalo De la Rocha, decía que, en
materia política, había que comprar boletos de una estación a otra.
Y agregaba que si al llegar a la estación ya no requieren tu presencia,
te pedirán que abandones el tren.
Si te empeñas en seguir, no faltará
quien te dé una patada en salva sea la parte.
Si ellos, los jefes, te necesitan, te pedirán que te quedes. Tiene
mucha razón.
Hay políticos que se empeñan en
seguir en la política, pero la política es como el mar: lo que ya no sirve, lo
arroja a la orilla.
Hay quienes se casan con la política para no tener esposo o esposa,
aunque se hable mal de ellos y ellas.
En algunos casos, la política es
servicio a los suyos, a la sociedad.
Hay políticos que, dizque sirviendo a la sociedad, se sirven del cargo
hasta la saciedad.
La mayoría de los políticos, no políticos
de convicción, creen que vivir fuera del presupuesto es un error y un horror.
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