Imagino la cara de torsón y la cara de furia de
los maestros oaxaqueños cuando se enteraron de la decisión de los diputados
federales.
La Cámara baja aprobó
la Ley de Servicio Docente, que permite la evaluación de los pobresores.
Y la Cámara alta (Senado) la aprobará muy
pronto. No hay marcha atrás, dijo Peña.
Por cierto, me gustó
la firmeza con la que el presidente Peña Nieto se refirió a las reformas educativas
y a sus leyes secundarias.
De nada valieron el chantaje, la presión, los
desmanes, la violencia de los oaxaqueños.
Lo más curioso de todo
es que los señores, prófugos del gis y el pizarrón, “amenazaron” con
radicalizar su actitud.
Pues solamente que estén pensando en cazar a
diputados y senadores, sus enemigos públicos número 1.
Los mexicanos, y yo en
lo particular, me siento orgulloso del presidente Peña.
Creo firmemente, sin temor a equivocarme, que
no veíamos un presidente tan decidido como fue Gustavo Díaz Ordaz.
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