A ver si con tanta
chamba no les explota el cerebro. Algunos todavía lo tienen nuevecito,
nuevecito.
Anécdota. Cuando trabajaba en El Occidental, en
Guadalajara, iba con mucha frecuencia al cine.
Los hermanos Órnelas,
que tenían un sentido del humor muy agudo, me inventaron que, una vez, intenté
tentar un muslo, durante la función.
Que se oyó una sonora cachetada y una voz
masculina que dijo: “hombre blanco, no meter mano huichol”.
Una de las maravillas
de las elecciones en México, es observar cómo se transforma un político. Va de
la humildad extrema hasta la locura.
Si un candidato pierde, sigue siendo humilde y
sencillo. Si gana, se convierte en cínico y olvidadizo.
Algunos, cuando llegan
al poder, se olvidan hasta de su familia. Pero cuando pierden, se vuelven
odiosos. Se amargan.
En México la democracia sigue siendo todo un
caso. Si se gana, es democracia. Si se pierde, es un complot.
No hay comentarios:
Publicar un comentario