Como moderno Hernán Cortés, Héctor Montaño
colocó un pie en Cabo San Lucas, besó la playa y consideró reconquistada la
parte sur de la península.
Como se sabe, “el
Negro” Montaño fue desterrado por Leonel Cota junto con casi 80 sudcalifornianos.
Todos se refugiaron en la Delegación del
Issste, en el Estado de México, bajo el brazo protector de Rubén Muñoz.
No todos lo
agradecieron. Algunos le mordieron la mano, en lugar de agradecerle y le
jugaron las contras en fecha reciente.
Quedé medio escamado, con el último susto. Y
entrego, ya tarde, estos comentarios. Pido disculpas.
No sé si usted lo crea,
pero Bernardo Arellano asegura que no es peleonero. Más detalles con Jesús
Ojeda.
Buenas noticias trajo para el PRI, el dirigente
nacional. Por lo pronto, dice que habrá más recursos económicos. A ver si es
cierto.
Agradezco
profundamente la llamada de mi amigo Marcos Covarrubias, con motivo de mi
salud.
Es estimulante saber que se cuenta con la clase
gobernante, en casos como éste. Muchas, muchas gracias.
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