miércoles, 12 de enero de 2011

Política en su Tinta

Héctor Ibarra: ¿Y la moral?

La de Héctor “Pipi” Ibarra, ahora habilitado candidato del PAN-PRS a la alcaldía de La Paz es una historia –como las de corridos de narcos- de crímenes y traiciones. Traiciones desde la perspectiva política, de la amistad y de las complicidades que a lo largo y ancho de su carrera burocrática y política ha venido eslabonando; crímenes, es decir, documentados presumibles delitos contra los recursos públicos federales y estatales de las oficinas por donde el flamante corredor de autos off road ha ganado a pulmón, y que nos lo anticipan , en el lejano caso de que funcione el plan “B” de Narciso Agúndez, como uno de los más desastrosos gobiernos municipales que pueda padecer La Paz, todavía peores que la del Puchas, que ya sería mucho decir.

Obscuro y hasta obsceno como su apodo, por colocarse en mejores posiciones administrativas, sobre todo donde se manejan millonarios recursos, como la Dirección de Administración del gobierno del Estado, el Pipi Ibarra traicionó su amistad con Rosa Delia y Leonel Cota, deslindándose de ellos precisamente en el centro del affaire de LCM-NAM, lo que le atrajo simpatías de NAM, quien lo colocó en la Oficialía Mayor; después, en una “ruptura negociada”, abandona el proyecto agundista de LAD para despotricar en contra del Salvadoreño y acuerpar a Marcos Covarrubias en la carrera por la candidatura perredista. Posteriormente ambos abandonan al PRD, cambian de discurso, de propuestas, de partido y de moral, como si de ropa interior se tratara, con el propósito más bien de confundir y enfadar a los ciudadanos; cambiar, como reza el viejo estigma, para que todo siga igual, o peor.

Tan estrepitosa ha sido la carrera política del Pipi, porque ha sido diestro en el manejo de las intrigas palaciegas, al más puro estilo de las monarquías europeas que en el afán del poder y del dinero, no ha tenido ni límites, ni lealtades, ni pudor alguno. La moral, la ética en el servicio público no son por supuesto cualidades de quien hasta hace poco se desgañitaba para alabar las obras y los conceptos del gobernador NAM, mismas expresiones aduladoras que hasta antes de las designaciones perredistas le habían valido una amistad rica en complicidades con el gobernador, y que al parecer se rompieron, al menos públicamente porque no fue designado candidato del PRD a la alcaldía. Y no se diga ya de su hasta hace poco zalamera amistad con Luis Armando Díaz, de quien el Pipi se expresaba con loas y alabanzas, como si se refiriera a la Reina Isabel de Inglaterra. Aunque la supuesta ruptura entre ellos, el Pipi y Marcos Covarrubias sea real, la desconfianza popular es muy fuerte, dado que ha sido una de las estrategias que ha utilizado la cúpula perredista para seguir confundiendo a la ciudadanía y dividir a los electores.

Por eso, muchos que conocieron al Pipi en el PRI, en el PRD, en el ISSSTE, en la dirección de administración y la oficialía mayor del gobierno del Estado, afirman que efectivamente el candidato a la alcaldía ha dejado profunda huella. Si, una huella de corrupción, de deshonestidad, de arbitrariedades, de complicidades y de traiciones, que lo desvisten de cuerpo entero, como realmente es, alguien en quien no se puede confiar, alguien que tiene las manos sucias, contrariamente a lo que pregonó públicamente el partido que ahora le cobija con un manto de oscuridad, por su turbio pasado, y que lo vende como el adalid en contra de la corrupción gubernamental perredista de la que él, -el Pipi- tiene mucho que decir y mucho que aportar en la rendición de cuentas que se le deben al pueblo de Baja California Sur, por la pérdida patrimonial, por el uso de millonarios recursos, como las mochilas y los útiles escolares, la contratación directa de proveedores, las facturas apócrifas que seguramente han pasado por sus manos, las averiguaciones previas por desvíos de recursos, por preferencias en las contrataciones de obras, servicios y proveedores que en aquellas dependencias públicas manejó hasta hace poco el defenestrado perredista, y que otros como las emblemáticas y millonarias asignaciones preferenciales que directa e indirectamente favoreció a través de la Secretaría de Salud, con intervención de incondicionales, beneficiando a conocido laboratorio local.

El Pipi le conoce toda la cola a Narciso Agúndez, a sus familiares y al yerno del todavía gobernador, el mismo que se ha enriquecido con contratos directos de obra pública; el Pipi le sabe mucho a Leonel, a Rosa Delia, a los turbios manejos de la SEP, institución a la cual los perredistas han convertido en bodega de campaña con Omar Castro a su servicio; sabe mucho por sus viejas complicidades con Martín Inzunza, ahora comparsa del PRD en el Partido Convergencia, y por supuesto a su amigo el actual Secretario de Finanzas del gobierno estatal. En fin, sabe mucho de la corrupción que tiene de rodillas a las finanzas estatales que registran el mayor endeudamiento de toda su historia, y que por lo mismo la población está harta de tantos desmanes, manoseos y ultrajes a los recursos públicos, de la misma camarilla a la que el Pipi pertenecía –o pertenece todavía- y a la que ahora dice que va a combatir. No, el Pipi no tiene calidad moral, no tiene ética, y no tiene vergüenza para abrir la boca y prometer lo que sabe que no va a cumplir.

Y como muestra otro botón. El día de ayer, según trascendió en corrillos periodísticos- Héctor Ibarra se reunió con su tocayo Héctor López, Ricardo García Castro, el “Molago” y Carlos Garzón, todos ellos representantes de empresas cerveceras, oxxos y otros negocios de giros negros, que con sus puertas abiertas las 24 horas del día han facilitado el alcoholismo, principalmente de jóvenes en esta ciudad. Pero no lo hizo –según nos indican- para planear estrategias para combatir el alcoholismo o para promover programas institucionales de cultura, combate a las adicciones, fomentar fuentes de empleo. No, lo hizo para pedirles dinero para su fallida campaña que va a pique, y comprometerse que de ganar la alcaldía, estos señores y sus “empresas” tendrán cancha abierta para seguir envileciendo a nuestra juventud. Y todos sabemos que la proliferación de estos expendios de bebidas embriagantes ha tenido la complicidad de los últimos presidentes municipales, incluida la actual alcaldesa, para hacer y deshacer, violando leyes y reglamentos, sin que nadie, absolutamente nadie, puede detenerlos.

Por lo tanto, muchos nos preguntamos: ¿Con qué cara el Pipi Ibarra se presenta ante los ciudadanos que conocen de sus tropelías? ¿Con qué cara se presenta ahora en el debate radiofónico que tendrá lugar? Nadie le cree, nadie le encuentra congruencia con lo que dice, con lo que propone, porque en esencia es más de lo mismo, de lo que ya sabemos.

Mas bien sería que explique como es que en tan pocos años su riqueza ha crecido tanto que ahora cuenta con carros nuevos y de carreras off road, que valen cerca del millón de pesos, y que su mantenimiento cuesta más que sostener el Asilo de Ancianos, que esa sí es una institución de beneficencia pública; que nos diga a los paceños, como es que cambia de casa con una rapidez que asombra, y que una de las últimas adquisiciones se ubica en la colonia Vicente Guerrero, en las calles de 16 de septiembre y Chiapas, que de la noche a la mañana las han transformado en lujosas oficinas para su campaña electoral.

Vale la pena que el Pipi explique a la ciudadanía, especialmente a los burócratas, por el manejo presumiblemente fraudulento y deshonesto del Fondo de Ahorro de los trabajadores. Vale la pena que Héctor Ibarra explique la forma en que en un franco contubernio con la dirigencia del sindicato de burócratas manipuló la entrega de plazas a su antojo, beneficiando a quien quiso y pasando por encima de antigüedad en el servicio y derechos de muchos trabajadores que aún esperan justicia laboral.

Y el desfalco al Fondo de Ahorros de los Trabajadores, en el que el Pipi se ha visto directamente involucrado, ya cobró sus primeras víctimas con una persona de nombre Elizabeth, quien fue destituida de la jefatura de dicho fondo. Y otra persona de nombre Giovanni como “testigo protegido” por la mafia gubernamental fue solamente reubicado, pues se afirma que él fue quien proporcionó la información del desfalco y que tiene irritados a cientos de empleados, con justa razón, pues se volaron UN MILLON Y MEDIO de pesos. De todo esto saben el propio NAM, el inútil de Román Rangel, Contralor del Gobierno y Ramón Parra, Director Jurídico estatal, y ellos no han procedido porque el Pipi los tiene atados – desde luego a NAM- con dar a conocer los millonarios recursos públicos que ha otorgado a lo largo de su carrera en el gobierno, principalmente a operadores políticos del PRD.

Y para que no haya ninguna duda de que las complicidades y el contubernio existen: Pipi Ibarra en su salida del gobierno se llevó de coordinador de campaña, nada más y nada menos que a Maximino Iglesias, líder de los burócratas.

El Pipi tiene ahora una gran oportunidad: explicar lo inexplicable.

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