Héctor Ibarra: ¿Y la moral?

Obscuro y hasta obsceno como su apodo, por colocarse en mejores posiciones administrativas, sobre todo donde se manejan millonarios recursos, como la Dirección de Administración del gobierno del Estado, el Pipi Ibarra traicionó su amistad con Rosa Delia y Leonel Cota, deslindándose de ellos precisamente en el centro del affaire de LCM-NAM, lo que le atrajo simpatías de NAM, quien lo colocó en la Oficialía Mayor; después, en una “ruptura negociada”, abandona el proyecto agundista de LAD para despotricar en contra del Salvadoreño y acuerpar a Marcos Covarrubias en la carrera por la candidatura perredista. Posteriormente ambos abandonan al PRD, cambian de discurso, de propuestas, de partido y de moral, como si de ropa interior se tratara, con el propósito más bien de confundir y enfadar a los ciudadanos; cambiar, como reza el viejo estigma, para que todo siga igual, o peor.

Por eso, muchos que conocieron al Pipi en el PRI, en el PRD, en el ISSSTE, en la dirección de administración y la oficialía mayor del gobierno del Estado, afirman que efectivamente el candidato a la alcaldía ha dejado profunda huella. Si, una huella de corrupción, de deshonestidad, de arbitrariedades, de complicidades y de traiciones, que lo desvisten de cuerpo entero, como realmente es, alguien en quien no se puede confiar, alguien que tiene las manos sucias, contrariamente a lo que pregonó públicamente el partido que ahora le cobija con un manto de oscuridad, por su turbio pasado, y que lo vende como el adalid en contra de la corrupción gubernamental perredista de la que él, -el Pipi- tiene mucho que decir y mucho que aportar en la rendición de cuentas que se le deben al pueblo de Baja California Sur, por la pérdida patrimonial, por el uso de millonarios recursos, como las mochilas y los útiles escolares, la contratación directa de proveedores, las facturas apócrifas que seguramente han pasado por sus manos, las averiguaciones previas por desvíos de recursos, por preferencias en las contrataciones de obras, servicios y proveedores que en aquellas dependencias públicas manejó hasta hace poco el defenestrado perredista, y que otros como las emblemáticas y millonarias asignaciones preferenciales que directa e indirectamente favoreció a través de la Secretaría de Salud, con intervención de incondicionales, beneficiando a conocido laboratorio local.

Y como muestra otro botón. El día de ayer, según trascendió en corrillos periodísticos- Héctor Ibarra se reunió con su tocayo Héctor López, Ricardo García Castro, el “Molago” y Carlos Garzón, todos ellos representantes de empresas cerveceras, oxxos y otros negocios de giros negros, que con sus puertas abiertas las 24 horas del día han facilitado el alcoholismo, principalmente de jóvenes en esta ciudad. Pero no lo hizo –según nos indican- para planear estrategias para combatir el alcoholismo o para promover programas institucionales de cultura, combate a las adicciones, fomentar fuentes de empleo. No, lo hizo para pedirles dinero para su fallida campaña que va a pique, y comprometerse que de ganar la alcaldía, estos señores y sus “empresas” tendrán cancha abierta para seguir envileciendo a nuestra juventud. Y todos sabemos que la proliferación de estos expendios de bebidas embriagantes ha tenido la complicidad de los últimos presidentes municipales, incluida la actual alcaldesa, para hacer y deshacer, violando leyes y reglamentos, sin que nadie, absolutamente nadie, puede detenerlos.
Por lo tanto, muchos nos preguntamos: ¿Con qué cara el Pipi Ibarra se presenta ante los ciudadanos que conocen de sus tropelías? ¿Con qué cara se presenta ahora en el debate radiofónico que tendrá lugar? Nadie le cree, nadie le encuentra congruencia con lo que dice, con lo que propone, porque en esencia es más de lo mismo, de lo que ya sabemos.
Mas bien sería que explique como es que en tan pocos años su riqueza ha crecido tanto que ahora cuenta con carros nuevos y de carreras off road, que valen cerca del millón de pesos, y que su mantenimiento cuesta más que sostener el Asilo de Ancianos, que esa sí es una institución de beneficencia pública; que nos diga a los paceños, como es que cambia de casa con una rapidez que asombra, y que una de las últimas adquisiciones se ubica en la colonia Vicente Guerrero, en las calles de 16 de septiembre y Chiapas, que de la noche a la mañana las han transformado en lujosas oficinas para su campaña electoral.
Vale la pena que el Pipi explique a la ciudadanía, especialmente a los burócratas, por el manejo presumiblemente fraudulento y deshonesto del Fondo de Ahorro de los trabajadores. Vale la pena que Héctor Ibarra explique la forma en que en un franco contubernio con la dirigencia del sindicato de burócratas manipuló la entrega de plazas a su antojo, beneficiando a quien quiso y pasando por encima de antigüedad en el servicio y derechos de muchos trabajadores que aún esperan justicia laboral.

Y para que no haya ninguna duda de que las complicidades y el contubernio existen: Pipi Ibarra en su salida del gobierno se llevó de coordinador de campaña, nada más y nada menos que a Maximino Iglesias, líder de los burócratas.
El Pipi tiene ahora una gran oportunidad: explicar lo inexplicable.
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