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Acompañé al alcalde de
Los Mochis, don Oscar Monzón Molina, al entierro de nuestro amigo común
Alejandro Ríos Espinoza. También estuvo el gobernador, Genaro Calderón.
Por un descuido, me caí en una tumba a medio
construir. Obviamente, hice desesperados esfuerzos por salir.
Cuando el gobernador
me vio, dijo a sus acompañantes discretamente: “ahí se está saliendo uno”, ante
la risa de quienes lo escucharon.
Ayer estuve recordando un detalle que ocurrió
en 1967, en El Debate de Los Mochis. Era un sábado y nada más estábamos el
muchacho que hacía el aseo y yo.
No había personal
administrativo. Mientras barría mi amigo Memo Lugo, oía la insistencia del teléfono.
Lo dejó sonar varias veces y tomó la bocina.
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- - ¿Quién habla? - Dijo la voz.
- - De aquí para allá, Memo Lugo. ¿Y de
allá para acá?
- - Soy Moreno Rivas. ¿Por qué caones
contestas así?
Vi, que Memo tiró la bocina y salió despavorido.
Nunca más regresó al periódico. Moreno Rivas era el dueño del periódico y los
empleados y sus amigos le decían “Moreno Rabias”.
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