miércoles, 22 de octubre de 2014

Blanco y Negro

Una de las anécdotas que más me avergüenzan, me ocurrió cuando apenas había recibido mi credencial de reportero.

Mi inseparable amigo Ramiro Guerrero y yo, fuimos a ver el espectáculo “El Museo de Cera”.

Se trataba de monstruos, famosos en aquella época (60´s, más o menos).

A medida que uno hacía el recorrido se iba impresionando por los gritos, alaridos, aullidos, quejas, que se supone emitían los monstruos.

Además de la música muy  apropiada, como de ultratumba.

El miedo nos fue ganando y aunque vimos y oímos a La Llorona, a Drácula, el Hombre Lobo, y otras monstruosidades, logramos llegar al final.

Pero en ese punto, nos faltaba lo peor: Frankenstein. El monstruo de monstruos.

Entre brumas o humo, vimos la desfigura de aquella horrible criatura. Para entonces ya estábamos más que asustados.


Cuando se nos acercó, en actitud amistosa, Ramiro y yo tuvimos la misma lucida idea: sacamos nuestras credenciales y le dijimos: “no nos haga nada, somos periodistas”.

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