Ah, los ambientalistas. La
experiencia que se vivió en Guerrero Negro, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, sigue pesando en la historia.
En aquel entonces, movidos por intereses ajenos a México y proclive a
Estados Unidos y a Australia, impidieron la expansión de Exportadora de Sal.
Con una serie de argumentos, los
ambientalistas aseguraron que la presencia de la ballena gris se vería
amenazada.
Que el ruido de las máquinas que se usan para la explotación de la sal,
alteraría el ecosistema.
La verdad, la verdad, es que
fueron pretextos para proteger empresas salineras de Australia, Estados Unidos
y otros países productores de sal.
Así que, como todos sabemos ya, se impidió el proyecto salinero
mexicano, que pretendía aumentar la producción.
Las ballenas se desarrollan y
viven tranquilas con todo y el ruido con el que los ambientalistas asustaron a Zedillo.
¿Lo asustaron o se dejó asustar? Es una interrogante que nunca conoceremos.
La sociedad sudcaliforniana ya
está curada de espanto y no permitirá que los ambientalistas sigan haciendo de
las suyas.
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